jueves, 1 de octubre de 2009

ALGUNAS PREGUNTAS

A lo largo de los años han ido surgiendo un sinfín de dietas revolucionarias, especialmente cuando se acerca la época estival, en la que el que más o el que menos desea perder algún kilo que ha recuperado durante el frío del invierno.
Y podemos pensar, ¿cuál es la mejor estación para comenzar un régimen?
Todas son buenas y, a la vez, todas son malas. Es cierto que con el calor suele disminuir el apetito y a nuestro estómago le cuesta más digerir los alimentos fuertes y pesados que solemos preparar en el invierno. Sin embargo, tampoco es menos cierto que con el calor nos apetecen cosas más fresquitas y refrescantes como batidos, helados... y a nuestro cuerpo se le vuelve más duro eso de moverse para perder calorías haciendo ejercicio. Alguno pensará que no hay escusa pues podemos practicarlo debajo del aire acondicionado de un gimnasio, aunque para ello hace falta tiempo, dinero y ser constantes... puntos que no siempre se cumplen.
La idoneidad dejo que os la dicte vuestra motivación.
¿Y cuál es la mejor dieta? Jamás hubiera imaginado pudieran existir tal cantidad de dietas a cuál más dura, que persiguen mayoritariamente una pérdida rápida de dos o tres kilos como mínimo en una semana. Podría decirse que son todas un simple ayuno, con la intención de deshacerse con urgencia de esos pocos kilos que nos sobran y, lo peor, con posibles perjuicios de desnutrición si se prolongan en el tiempo.
Seguramente lo más recomendable y conveniente sería acudir a un nutricionista para que nos realizara un estudio pormenorizado de nuestro caso, indagando más allá de controles meramente analíticos sino abarcando también posibles disfunciones a nivel hormonal y/o metabólico.
Se trataría de dibujar una dieta concreta a nuestro organismo, aunque, tampoco podemos engañarnos, en la mayoría de ocasiones existe tan sólo un trasfondo de mala alimentación.

lunes, 21 de septiembre de 2009

LA BÁSCULA: ¿ALIADA O ENEMIGA?

Es habitual que cuando uno cambia de hábitos, controla la cantidad y lo que come y/o empieza a realizar más ejercicio físico, las primeras semanas suele perderse kilos con más facilidad. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, por nuestro metabolismo o porque no tenemos ocasión ni posibilidad de aumentar nuestra actividad física, seguro que esa pérdida será mucho más lenta.
En estos casos, la báscula ¿será una aliada o una enemiga? Caer en la obsesión de pesarse diariamente puede acabar teniendo efectos contraproducentes por lo que desde aquí os aconsejamos no hacerlo antes de una semana como mucho y, sobre todo, nunca en días en el que uno se siente con un cierto desánimo ni, aunque pueda parecer paradójico, tampoco demasiado eufórico.
Supongamos que uno se siente excesivamente contento. Si el resultado que marca la báscula es igual o mejor al esperado, quizás queramos premiarnos, contagiados también por nuestro estado de ánimo, cometiendo algunos abusos innecesarios. Aunque, si es peor, puede que pasemos por un bajón y, ¿para qué?
Por el contrario, si no pasamos por un buen momento anímico, el hecho de toparnos con un resultado que, aun no siendo malo, no fuera el imaginado, puede generar mayor desánimo, siendo más fácil que uno se plantee mandar todo al cuerno. Justo, lo que pretendemos evitar.
Claro está que la reacción de cada persona es distinta y cada uno debe conocer mejor que nadie cuál puede ser la suya, pero a veces vale la pena esperar antes que comprometer todo el esfuerzo realizado.
Pensemos que el cuerpo humano es muy complejo y que cambios de índole diversa nos afectan en gran medida. Pondremos tan sólo un simple ejemplo: sabemos que el agua no engorda, pero si bebemos dos vasos de agua y vamos a la báscula, habremos ingerido medio litro que también será pesado... y, sin embargo, será medio kilo que obviamente no habremos ganado. En definitiva, cambios hormonales, retenciones de líquido o trastornos en las evacuaciones pueden alterar levemente nuestro peso. Nada importante si valoramos un todo, pero si nuestra norma es el peso diario, si tenemos en cuenta que las pérdidas de un día para otro pueden ser a veces de gramos, entenderemos que en este caso esas variaciones deben tenerse en cuenta, motivos por los que desaconsejamos obsesionarnos con la báscula.

jueves, 17 de septiembre de 2009

AUTOCONTROL

Nuestra voluntad será la herramienta básica para que pongamos en marcha el autocontrol. No es aconsejable que los primeros días de haber tomado la decisión de ponernos a dieta nos la saltemos con el consabido «por un día». Por norma todos nos acostumbramos a lo bueno con gran facilidad pero no así cuando conlleva un sacrificio. Es lógico que los primeros días surge lo que calificaría como «síndrome de abstinencia», hemos de habituarnos a prescindir de algunos alimentos o disminuir la cantidad que ingerimos de ellos.
Y aunque no podemos hablar de hambre, sí podemos tener la sensación de que nos falta algo. No como norma, pero con moderación y de vez en cuando, somos partidarios de saltarse alguna de las reglas de la dieta que seguimos, especialmente si la concebimos como algo duradero y paulatino.
¿Por qué entonces no lo recomendamos en un principio? Ese «por un día» puede convertirse en un arma de doble filo, sobre todo si aún no hemos superado la fase de adaptación. Incluso también después.
La reflexión es bien simple: si he comido esto y me he saltado la dieta, pues probaré esto también ya que mañana no podré... y aquello... y uno acaba por hincharse, avituallando su cuerpo con toda la energía que había despedido en una semana. Y peor aún, el día siguiente a ese empacho calórico, deberemos retomar la monotonía de la dieta y quizás de nuevo renazcan las dudas y se tambaleen nuestras ganas de continuar nuestro régimen.

domingo, 12 de abril de 2009

MENTALIZACIÓN

Si queremos iniciar un régimen y no morir en intento, antes de nada deberemos empezar con una buena mentalización.
Es prioritario que tomemos conciencia de que no será una empresa fácil ni rápida y que nuestra principal arma para conseguir ese objetivo será nuestra voluntad.
Deberemos tener la fuerza mental suficiente para saber decir que no a esas tentaciones que, inexorablemente, nos encontraremos por el camino. Sí, serán muchas las veces que parecerá que se han aliado todos para hacerte la puñeta y hacerte caer en el «pecado».
Es por eso que nuestro icono de lucha de «ADELGAZAR SIN SUFRIR» es simplemente una manzana, el recuerdo de ese pecado original y que ahora puede convertirse en nuestro mejor antídoto para aplacar el gusanillo de entre comidas.
Estoy casi segura que desde el primer día que tomes la decisión de ponerte a dieta, se presentarán celebraciones inesperadas, cenas atrasadas durante años, compañeras/os con apetito voraz... es decir, acabarás por pensar que eres un pringado, privándote de todo lo bueno que tiene la vida y, por qué, ¿para perder unos kilos?
En ese momento se pondrá en jaque nuestra voluntad y, de que hayamos hecho un buen ejercicio de mentalización, dependerá que prosperemos con éxito en nuestra batalla con los kilos o que nos abandonemos al placer de la comidas.
Quizás el primer planteamiento que deberíamos formularnos es el porqué. ¿Qué te empuja a ti a empezar una dieta? Deberemos entonces hallar esa razón de peso, y nunca mejor dicho, que nos arengue incluso en épocas de altibajos y debilidad.
Los motivos puede ser múltiple y muy diferentes, desde algún condicionante de salud, la propia autoestima y el gustarse a uno mismo, poder embutirse en el vestido del año pasado... no importa tanto cuál sea nuestro aliciente como nuestro propio convencimiento y el querer conseguirlo. En caso contrario difícilmente perseveraremos porque serán muchos contras para tan pocos pros.

viernes, 10 de abril de 2009

INTRODUCCIÓN

«¡Mañana, mañana..!» Ésa es la frase que últimamente más repito. Y es que a ese mañana, le han seguido tantos mañana que la báscula ha sido contundente e inapelable.
¿Por qué será que uno se engorda tan fácilmente y le cuesta tanto perder esos kilos ganados?
En mi caso han sido demasiados meses obsequiándome con algunos caprichitos que endulzaran mi vida... Sin embargo, son muchos otros los factores, como la constitución y el metabolismo, el ejercicio físico, etc. los que influyen en ello.
Adelgazar sin sufrir es el lema que me propongo hoy como meta. Personalmente soy reacia a dietas hipocalóricas porque la experiencia me ha enseñado que se puede pasar hambre una semana, un mes... seis meses, pero uno acaba sucumbiendo al aburrimiento y al hastío y, anímicamente, se convierte en una tortura.
Quiero dejar claro que este blog es en definitiva un diario personal en el que trasladaré mi experiencia personal, acompañándolo con consejos, opiniones, reflexiones que sirvan sólo de guía.
No me propongo perder 10 kilos en una semana pues además de ser insano es frecuente que aparezca un efecto yoyo, recuperándose también en un santiamén.