sábado, 30 de abril de 2011

LA DIETA DEL YOGA

El yoga es una filosofía práctica, naturalista y que no posee teoría.
Los alimentos que ingerimos van a construir nuestro cuerpo físico, influirán en nuestras emociones, en nuestra conducta, en nuestras y, en nuestros pensamientos, nuestros actos, en nuestra descendencia, en la especie, en todo.
El yoga, palabra que significa unión, nos propone un estado de autointegración, de integración con los demás seres y fuerzas de la naturaleza.
Por ello, el sistema nutricional que acompaña a esta filosofía se basa en la ingesta de alimentos que posean cierta forma de energía biológica que existe la materia viva. Si incorporamos a nuestro organismo alimentos vegetales crudos, estamos brindándole células vegetales vivas con su calidad energética específica. Las plantas asimilan energía solar y la retienen en forma potencial; luego de ingerirlas, el organismo humano utiliza esa energía para sintetizar sustancias orgánicas esenciales, compensando así el propio desgaste celular. Esta bien arcilla reciben el nombre genérico de prána, es básicamente energía solar y se define como cualquier tipo de energía manifestada biológicamente. Puede ser absorbida de la luz, del aire, del agua o de los alimentos.
Si basamos nuestra alimentación en trozo de carne de animales muertos, que además ya ha sido muy transformada por procesos de cocción, incorporamos entonces células muertas, sin ningún tipo de García y que además ya han comenzado un proceso de deterioro que finalizará la putrefacción, generando como consecuencia una alta carga de toxinas en el organismo.
Pero, ¿qué es la energía? La energía es puerta y puede encontrarse dos maneras: una que ese movimiento o acción (cinética) y otra pasiva o latente denominada energía potencial.
Las diferentes formas de energía pueden transformarse en otra pero para ello es necesario un catalizador o transformador. En nuestro organismo es constante este proceso de transformación de un tipo de energía en otro.
Las células reciben un aflujo de sustancias procedentes del ambiente que la rodean y generan una secreción o eliminación de desechos que no son necesarios para ellas. Al recibir estas sustancias nutritivas simples, por el proceso denominado anabolismo, la célula elabora o construye sustancias más complejas, necesarias para la vida celular. Luego, por un proceso denominado catabolismo, esta sustancia se descomponen o destruyen y se libera energía.
Ambos procesos, de extrema complejidad química, constituyen el metabolismo.
Los humanos no podemos vivir saludablemente comiendo exclusivamente paso; tampoco con una dieta absoluta de carnes. En cambio sí podemos vivir perfectamente con un régimen frugívaro que incluya frutas frescas y secas en cantidad y variedad suficiente... si además le sumamos cereales, hortalizas, legumbres, semillas, huevos, a la Dios y todos sus derivados, nos encontramos ante una alimentación variada, nutritiva, saludable, sabrosa y que constituye la tradición nutricional que acompaña al yoga desde sus orígenes.
Las proteínas son elementos de vital importancia para la salud pues se encargan del crecimiento la reparación de los tejidos. Podemos ingerir proteínas vegetales o animales. Lo importante es utilizar proteínas completas, que son las que presentan los aminoácidos esenciales. Pero debemos tener en cuenta que no todas las proteínas son iguales. Las principales diferencias son el valor biológico y la digestibilidad. El valor biológico es la cantidad de proteínas que se retiene para la síntesis metabólica; la digestibilidad es la cantidad de proteínas que absorbe el sistema digestivo.
Durante mucho tiempo se mantuvo la creencia de que las proteínas completas eran exclusivamente de procedencia animal. Este concepto es equivocado, además de que se sabe que presentan serios inconvenientes. En primer lugar, están siempre unidas a las animal, grasas saturadas perjudiciales. Son el elemento básico para formar el colesterol denominado malo y, con ello, incrementar las posibilidades de producir arteriosclerosis.
Las grasas no saturadas provienen de los vegetales, aceitunas, almendras, maní, nueces, etc. su consumo incrementa el llamado colesterol bueno y además promueve la formación de hormonas sexuales y de esteroides.
Las almendras y las nueces contienen 20% cada 100 g, las semillas de girasol contienen un 24% de proteína cada 100 g, las semillas de sésamo un 19%, un yogur de 200 g aportan 50% de las necesidades diarias de proteínas completas.
La mayoría de los elementos indispensables forman parte de los alimentos frescos, vegetales crudos y cereales integrales.
Son las capas exteriores de los granos los que proporcionan los minerales y las fibras. A su vez, en el germen de los granos de cereales se hallan, además de los minerales, las vitaminas, los ácidos linoleicos, a los ácidos grasos y las proteínas esenciales.
Cuando comemos más de lo que quemamos, nuestro cuerpo se encuentra con sustancias con las cuales no sabe qué hacer.
Estadísticas realizadas en poblaciones en las que el consumo de proteínas es mayor a las necesidades diarias muestran gran acumulación de toxinas que generan un verdadero envenenamiento del organismo. Además, el gasto de energía que se produce para eliminar el exceso ingerido, nos quita fuerza, nos debilita y nos dispersa mentalmente.
Por ello es muy recomendable realizar ayunos cortos, de no más de 36 horas, y piezas decorativas consistentes en consumir exclusivamente frutas o verduras crudas durante dos o tres días.
Los órganos requieren descanso.
Durante el ayuno, las toxinas se degradan en energías utilizables del organismo se purifica. El resultado es una limpieza orgánica profunda y una regeneración más rápida de los tejidos. Es durante este proceso cuando el organismo tiene la posibilidad de librarse de los desechos que están incrustados en los tejidos a niveles más profundos. Por ello, los ayunos son más difíciles durante el primer día, en virtud de que la afluencia de mayor cantidad de desechos al torrente sanguíneo genera mareos, náuseas y cierto grado de abatimiento.
Fragmentos extraídos del libro LA DIETA DEL YOGA. SABROSA, NUTRITIVA Y SALUDABLE, escrito por Edgardo Caramella.
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jueves, 28 de abril de 2011

EL YOGA PARA ADELGAZAR

El yoga no trata la obesidad considerándola únicamente una enfermedad o un estado de alteración mental. Más bien se dirigía las causas y posibilidades por las que el cuerpo puede ser llevado a un estado de funcionamiento ideal.
No creen quemar calorías bien agotadas energías corporales, sino que intenta actuar sobre sistema endocrino y cambiar el equilibrio hormonal. Esto, a su vez, cambiar el pH de la sangre y tonifica los músculos. Fisiológicamente, el yoga ópera sobre el principio de estirar y aplicar presión sobre las glándulas endocrinas. La grasa no deseada puede ser eliminada quemando calorías, pero también alterando el equilibrio hormonal del cuerpo en su totalidad. Así, la homeostasis (entorno interno) del cuerpo también cambia.
Las asanas (posturas) yóguicas tonifican el cuerpo, penetrando profundamente en cada tejido y cada músculo, cosa que no consiguen los ejercicios normales.
El yoga trata de entender la causa original de cualquier desequilibrio funcional que sufra el cuerpo.
La práctica del yoga ayudará a que tus músculos se mantengan flexibles y firmes... el yoga afecta a todos los aspectos del cuerpo: cardiovasculares, hormonales y musculares.
Los ejercicios de respiración (pranayama), que son una forma de meditación, que ayudará a comprender la vida desde una perspectiva más amplia, a reorientar el rumbo de tu existencia, a corregir los hábitos equivocados y que mostrarán cómo abandonar los hábitos nocivos.
Fragmentos extraídos del libro YOGA PARA ADELGAZAR, escrito por Bharat Thakur.
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Para el yoga, la dieta más pura y equilibrante es la ovo-lacto–vegetariana, que excluye además el sacrificio de animales.
Sin embargo, referente a la dieta he encontrado diferentes discrepancias según el autor y el libro: desde aquellos que únicamente aconsejan los vegetales hasta el omnívoro, desde los que consideran que el azúcar es excelente hasta los que lo consideran un veneno, desde los que estiman que la fue la cebolla son fuente de salud hasta los que aseguran que son alimentos muy perniciosos...

Seguramente los puntos concordantes serían los siguientes, tal como se recoge en el libro El YOGA MENTAL, escrito por Ramiro A. Calle:

Es conveniente tomar los alimentos en su mayor pureza, evitando los condimentos excesivos. Las personas o maniobras deben combinar la carne, el pescado y los huevos, evitando su uso, y basando especialmente la dieta de los alimentos puros. Aquellos nombrados a beber vino, deben seleccionar un vino lo más puro posible. Deben evitarse los picantes y los sazonados.
El yoga nos aconseja evitar los alimentos demasiado calientes o demasiado fríos así como los alimentos amargos, picantes o salados. Es también aconsejable comer espacio masticando perfectamente los alimentos. Asimismo debe evitarse carga del estómago.
De forma somera no distingue entre dos tipos de alimentos, puros e impuros.
Entre los alimentos puros nombra los siguientes: requesón, quesos frescos, leche, yogur, cuajada.
Avellanas, nueces, castañas, almendras, piñones, ciruelas secas, pasas, higos secos, dátiles, aceitunas. Vegetales y frutas. Aceite de oliva. Semana de maíz, trigo, pan de cebada, arroz blanco, copos de avena. Miel.
Entre los alimentos tóxicos menciona la carne de cerdo, esos fermentados, grasas y carnes adobadas, café y alcohol, especias en general.

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Tomamos ahora como referente VOLVER AL YOGA, escrito por Leon Ezequiel Martín:

Si bien el yoga aconseja una dieta general, sin privaciones, incluso con carne, desestimando así a los que creen que ello va exige una alimentación Adriana, no desconoce que existen alimentos más sanos, menos sanos y, directamente, insanos. Es así que divide en tres categorías a las comidas: tamásicos, rajásico y sátvicos.
Los alimentos tamásicos son considerados, en exageradas proporciones, contaminantes, inmaduros para el consumo y altamente perjudiciales para el organismo. El yoga incluyen esta categoría a la carne, el pescado, hongos, alimentos congelados, conservados, enlatados, demasiado conocidos, recalentados y fermentados, como así también el alcohol.
Dentro del grupo denominado rajásico, ello va incluye a la cebolla, el ajo, huevos, especias fuertes, comidas agrias, ácidas, amargas, el chocolate, el azúcar blanco, la harina blanca, el tabaco, el café y el té. El yoga entiende que todos estos alimentos, mal consumidos, son excitantes, estimulantes y aditivos.
La última categoría yóguica, llamada sátvica, incluye los alimentos más puros y nobles: cereales, fruta, verduras frescas, jugos naturales de fruta, ley que, manteca, legumbres, miel y agua en estado puro. Estos alimentos, nutritivos y fáciles de digerir, son los que constituyen la dieta exclusiva de miles de practicantes del yoga en Oriente.

Entre otros consejos encontramos también los siguientes:
Evitar los alimentos fritos: el aceite quemado por la fritura es dañino para la salud.
No ingerir comida en exceso: es preferible aumentar el número de comidas a seis o siete a lo largo del día, repartiendo la misma cantidad de alimentos que antes consumía, en vez de realizar una sola comida abundante.
No desechar el agua de hervir los vegetales, consumirla también, contiene un buen número de sales y minerales beneficiosos para la salud.
Masticar muy bien cada bocado, así mejorará la digestión.
Consumir preferiblemente vegetales frescos.
Preferir el azúcar moreno al blanco ya que no contiene aditivos.
Consumir poca sal ya que los alimentos ya poseen la cantidad que necesitamos

lunes, 25 de abril de 2011

TIPOS DE OBESIDAD, GASTOS DE ENERGÍA Y RIESGOS PARA LA SALUD

A lo largo de diferentes artículos hemos ido recogiendo las opiniones de distintos autores que en definitiva sintetizaban en sus teorías la conveniencia de un cambio de hábito en nuestra dieta y del papel fundamental de un buen estado mental, emocional... a la hora de perder peso.
Nuestra mente no sólo sería una enemiga a la hora de ser constantes y no abandonar la dieta sino que llegaría a influir a nuestro favor o en contra.
Seguro que en alguna ocasión habrás pensado que deberías tomar la vida de otra manera. Sin embargo, ¿cómo cambiar el chip? ¿Cómo dejar de lado los problemas diarios en el trabajo, en casa?
¿Qué tal el yoga para adelgazar?
Comprenderéis que con este sugerente título no he podido dejar de echar un vistazo en su interior.
La mayor prioridad sería una mentalización sería sobre cuáles son nuestros propósitos. Así nos insta su autor:
Sólo pido una cosa a la persona obesa o con exceso de peso: la férrea decisión de decir no a una vida de gordura. Simplemente la promesa de que: a partir de hoy, han decidido cambiar mi vida en todos modos posibles para poner mi cuerpo en forma y llevar una vida feliz y saludable.

En el libro EL YOGA PARA ADELGAZAR se repiten conceptos y argumentos de los que ya hemos hablado anteriormente, de manera que evitaremos repetirlos nuevamente. Sin embargo, nos aparecen otros muy interesantes que destacamos a partir de ahora.

Existen dos tipos de obesidad: crónica y fluctuante. La mayoría de las personas exceso de peso entre la categoría de obesidad fluctuante pues tiende a ganar y perder peso distintos momentos o de manera cíclica. Cuando la situación es crónica, la persona tiende a tener un exceso de peso importante que va aumentando con el tiempo. Es fácil ayudar a adelgazar una persona con sobrepeso, pero es más difícil ayudar a una persona obesa porque su sistema que ya acostumbrado al peso excesivo.

La obesidad adquiere diversas formas dependiendo de la naturaleza de los depósitos de grasa corporal:
obesidad armoniosa: la grasa está distribuida por todo el cuerpo.
Obesidad femenina: los depósitos de grasa se suelen almacenar más en la parte inferior del cuerpo: las caderas y en la zona pélvica. Esto es más común en las mujeres y conlleva un riesgo médico menor.
Obesidad visceral: la grasa se deposita cerca de los órganos internos, las vísceras abdominales. Esta grasa no se aprecia desde fuera y conlleva los riesgos médicos más importantes a largo plazo.
Obesidad masculina: los depósitos suelen cubrir la zona externa del estómago. Es más frecuente en hombres y normalmente es peligrosa.
El organismo humano está dotado de un mecanismo increíble, el hipotálamo, situado en el centro del cerebro. Esta glándula regulan las sensaciones de hambre y de saciedad.
Envía mensajes a través de ciertas hormonas llamadas neurotransmisores que estimulan o inhiben el apetito. Los neurotransmisores son la adrenalina, la noradrenalina, la dopamina y la serotonina.
También hay otros productos que actúan sobre estos neurotransmisores y controlar su liberación para que se produzca una regulación perfecta el apetito de la persona en función de la ingestión de alimentos y del gasto de energía.
El cuerpo humano también tiene otro complejo y sorprendente mecanismo regulador del peso por el que puede hacer uso de la grasa almacenada cuando no recibe energía en forma de alimentos. Las dietas de pérdida de peso se basan en ejercicio tiro, pero esto, por sí solo, nunca funciona a largo plazo. El cuerpo nunca debe carecer de los nutrientes y de la energía que legítimamente necesita.
¿Cómo gasta el cuerpo su energía?
Por el metabolismo: es el mínimo de energía que el cuerpo necesita para seguir vivo. Es responsable del 70% del gasto energético total aunque también depende de la masa muscular de la persona.
La actividad física: peso responsable del 20% del gasto energía, pero varía de una persona a otra en función del nivel de actividad. La gente obesa requiere más calorías para realizar la misma actividad física porque tiene exceso de peso. Así, tiende a comer más para compensar el gasto, generando un círculo vicioso.
La termogénesis: es responsable de aproximadamente un 10% del gasto energético total y es la energía consumida durante el proceso digestivo. Debido a ello algunas de las colonias absorbidas durante la comida se consumen inmediatamente. Por lo tanto, no es aconsejable saltarse comidas.

En numerosas ocasiones hemos mencionado también los perjuicios de un exceso de peso. En el libro nos dan unas pinceladas más amplias sobre los riesgos más comunes y relacionados entre sí:
Hipertensión: la gente obesa es aproximadamente el doble de propenso a sufrir hipertensión que la gente con un Índice de Masa Corporal normal de 19 y 25. La hipertensión puede provocar apoplejía y enfermedades de corazón.
Diabetes: la obesidad incrementa significativamente el riesgo de diabetes de tipo dos en la que el cuerpo es incapaz de producir suficiente insulina o de usarla adecuadamente. Los hombres con acumulación de grasa general tomen corren especialmente este riesgo.
Enfermedades coronarias: la obesidad produce mayores niveles de colesterol e hipertensión, los cuales están directamente relacionados con los riesgos cardiovasculares.
Enfermedad de la vesícula biliar: la obesidad tiene relación directa con esta enfermedad, tanto en hombres como mujeres. Sin embargo, las mujeres corren más riesgos de problemas de vesícula que los hombres.
Artritis: las mujeres obesas corre más riesgo de sufrir artritis y dolores en las articulaciones de los hombres.
Cáncer: los hombres obesos corren más riesgos sufrir cáncer de colon, mientras que las mujeres obesas corre más riesgo de padecer cáncer de pecho y cáncer de útero.
Problemas respiratorios: las personas obesas tienen dificultades para respirar suficiente volumen de aire, de modo que la cantidad ingerida de oxígeno es pequeña.
Muerte prematura: las personas obesas tienden a morir antes que las que tienen un peso normal.

Fragmentos extraídos del libro YOGA PARA ADELGAZAR, escrito por Bharat Thakur.
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domingo, 10 de abril de 2011

EFECTOS IATROGÉNICOS DE LAS DIETAS HIPOCALÓRICAS A LARGO PLAZO

En el artículo anterior ¿POR QUÉ NO A LAS DIETAS HIPOCALÓRICAS? hablamos sobre las conclusiones de un estudio del año 2004 sobre los efectos de dichas dietas a corto plazo. Sin embargo, en ese estudio también se hablaba sobre los efectos de estas dietas sobre la evolución futura del peso.
Así se puede resumir:

La dieta provoca otra serie de cambios posteriores en organismo. Quizás el más conocido es el de la recuperación del peso que se ha perdido ya que el 95% de las personas recuperan su peso inicial entre uno y cinco años después que su finalización.
Este más que probable fracaso en el mantenimiento del peso, además de provocar un cierto sentimiento de decepción y escepticismo, puede ser el primero de otros efectos indeseables... Entre ellos se encuentra la posibilidad de aumentar un plus de peso adicional al de antes de la dieta.
Para explicar esa tendencia se podría pensar que la desaceleración del metabolismo que provoca la realización de una dieta hipocalórica no fuese puntual sino que se mantuviese a lo largo del tiempo. Esta hipótesis no concuerda con los datos de los que en la actualidad disponemos...
La restricción continuada de determinados alimentos lleva al organismo a un estado de falta de energía que puede acompañarse de una intensa sensación de hambre y de una enorme urgencia por ingerir alimentos.... Se podría pensar que la recepción de una comida fundamental como él desayuno se podría producir en una reducción del consumo de calorías que favoreciese el normopeso. Sin embargo, lo que parece ocurrir es que la falta de nutrición en el desayuno se suele compensar probablemente con cierta voracidad, con la ingesta de alimentos ricos en grasas y azúcares que suponen una ingesta calórica muy superior a un desayuno habitual.
[...] Existen otros dos efectos de gran trascendencia como la dificultad para perder peso en el futuro y, por ende, a una mayor facilidad para recuperar el peso tras una nueva dieta.
[...] La relación entre las dietas hipocalóricas y la anorexia, la bulimia y la sobreingesta compulsiva es muy estrecha... aunque no será una condición suficiente para el desarrollo de ambos trastornos, es necesario otro conjunto de variables para que se desencadene ese cuadro. Sin embargo, es un elemento fundamental en la consolidación de la enfermedad.
[...] un estudio encontró que la gente con historia de cambios cíclicos de peso mostraba un incremento significativo en el riesgo de mortalidad atribuible a todas las causas, destacándose la cardiopatía isquémica y el cáncer. Asimismo, también se ha observado que la fluctuación en el peso conlleva más riesgo que en la obesidad en sí... especialmente entre las personas que presentar una enfermedad previa o tienen muchos factores de riesgo asociados al estilo de vida.
[...] salvo que exista una patología grave que obligue al seguimiento de pautas dietéticas específicas, la propuesta de una dieta debe balancear sexistas a corto y a largo plazo. Esto no puede hacerse sin una atención personalizada a cada paciente lo cual permitirá: conocer los objetivos que pretende alcanzar con la reducción de peso y plantear la diferencia entre el peso natural y el peso ideal; conocer sus gustos alimentarios ajustando la adecuada proporción nutricional a los mismos y, asimismo, mostrar la necesidad de un cambio en el estilo de vida en el que el ejercicio físico moderado y alguna estrategia de relajación se levantan como elementos imprescindibles para moderarse se quitó y prevenir los atracones frecuentemente asociados a la tensión emocional.
Tabla 5. Sugerencias para el control del peso
- Ser consciente de que, cuando una persona se ha estabilizado en un peso, la reducción posible del mismo la marca el propio organismo, dificultando a partir de un punto (peso natural) cualquier descenso posterior.
- El peso natural suele ser muy superior al peso ideal o a la figura ideal que marca la cultura y que la persona asume.
- Reducciones superiores al 5% del peso pueden acabar siendo para muchas personas más perniciosas que saludables a largo plazo.
- Asumir que perder y mantener la pérdida de peso supone un cambio a largo plazo en el estilo de vida.
- Modificar la dieta adecuándola, conforme a los gustos personales del paciente, a la siguiente proporción de nutrientes: 55% de hidratos de carbono, 30% grasas y 15% proteínas.
- No eliminar o prohibir ningún tipo de alimento, reducir su cantidad.
- Centrarse en lo que la persona puede controlar totalmente, el tipo y la cantidad de alimentos, y “despreocuparse” de los kilos.
- Hacer ejercicio físico moderado (caminar a paso vivo una hora diaria al menos tres veces por semana).
- Aprender alguna forma de relajación que haga más difícil que el estrés diario facilite una ingesta descontrolada.

martes, 5 de abril de 2011

¿POR QUÉ NO A DIETAS HIPOCALÓRICAS?

El otro día hablando con un amigo me di cuenta que había un concepto que no tenía del todo claro.
Hemos definido en varias ocasiones lo que es el ÍNDICE DE MASA CORPORAL (IMC), un concepto cada día más extendido entre los nutricionistas y medicina en general. O, mejor dicho, más que definirlo hemos indicado como se mide: se trataría de dividir el peso en kilogramos entre el cuadrado de la altura indicada en metros.IMC = peso/h²
De esa división obtenemos un resultado... pero, ahí me surgió la duda el otro día: ¿cuál es el valor de obesidad mórbida?
En definitiva, si cualquiera de nosotros realizamos el cálculo, ¿sabemos exactamente lo que indica ese número?
He encontrado una tabla en el que no sólo se resume la relación de índice con la clase de peso sino también el nivel de riesgo que supone para nuestra salud en un artículo de Isaac Amigo y Concepción Fernández (de La Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo-España) bajo el título EL EFECTO IATROGÉNICO DE LAS DIETAS.
Tabla 1. Niveles de peso y su riesgo para la salud
IMC             Clase de peso     Nivel de riesgo
18,5-24,9      Peso normal              Nulo
25-26,9     Sobrepeso grado I        Nulo
27-29,9     Sobrepeso grado II      Ligero
30-34,9    Obesidad grado I         Moderado
35-39,9    Obesidad grado II        Elevado
> 40        Obesidad mórbida         Muy elevado

Sin embargo, no es sólo esta tabla los únicos puntos importantes que se recogen en este artículo ya que en este estudio se revisaban las consecuencias de las dietas hipocalóricas a corto y a largo plazo, indicando como tantos otros autores que las dietas son responsables en parte del incremento de transtornos de alimentación y del efecto yoyo.
Me parece interesante compartir con todos vosotros las conclusiones a las que se llegan en este artículo, ya que desde un buen principio mencioné que intentaría evitar este tipo de dietas, justo por los motivos que en este artículo se recogen. Es mi experiencia la que me hace estar totalmente de acuerdo con lo que en él se expone y me sirve de argumento para justificar mi total oposición a dietas hipocalóricas. Ahora ya no es sólo una opinión sino la conclusión de diferentes investigaciones. Entramos ya en materia:
Cualquier dieta que restrinja de un modo significativo el consumo de calorías provoca una pérdida de peso. Ahora bien, más allá de ese conocido efecto se esconden otras consecuencias que han sido observadas sistemáticamente en la investigación clínico-experimental.
En un estudio del siglo pasado se sometió a un grupo de voluntarios (objetores de conciencia norteamericanos de la Segunda Guerra Mundial) a un programa experimental para estudiar los efectos del hambre sobre el organismo. Durante los tres primeros meses de la investigación, los jóvenes, que inicialmente mostraban un peso normal, fueron alimentados regularmente. Pasado ese tiempo y establecidas cuáles eran sus necesidades calóricas básicas, se les sometió una dieta en la que se les permitía comer tan sólo la mitad de lo que comían habitualmente con el objeto de que redujeran un 25% del peso. 
Al principio, los sujetos, aunque estaban constantemente hambrientos, empezaron a perder peso rápidamente. Sin embargo, ese rápido ritmo inicial de pérdida de peso no duró mucho, ya que llegado un momento, se acercó que esas personas tenían que reducir aún más el consumo de alimentos y calorías para continuar con la reducción de peso, lo que hizo que algunos abandonaran la investigación. Al final de estos tres meses de dieta los sujetos que la completaron lograron alcanzar el objetivo propuesto. En una tercera fase de la investigación, se reintrodujo la alimentación normal previa a la dieta de una manera gradual. Sin embargo, los sujetos, que durante la fase de restricción alimentaria había mostrado, además, importantes cambios de humor y cierta obsesión con los alimentos y los sabores, dieron muestras de una enorme voracidad, comiendo todo cuanto podían. Algunos llegaron a comer hasta cinco comidas completas en un solo día, por todo lo cual la recuperación de peso fue más rápida de lo esperado y, incluso algunos sujetos engordaron claramente por encima de su peso inicial.
A modo de anécdota, cabría señalar también que, al menos la mitad de los sujetos, los cambios que se habían producido en su estado de humor se mantenían aún después de haber recuperado totalmente el peso. En definitiva, los resultados de este trabajo mostraron el lado negativo y menos conocido de las dietas hipocalóricas: dificultad que cada día se hace mayor a medida que avanza la dieta para perder peso hasta un punto en que es necesario reducir aún más el consumo de alimentos para seguir bajando; altísima probabilidad de recuperar en el futuro parte, todo o incluso un peso superior al inicial; episodios de voracidad tras la dieta y cambios en el estado de ánimo como fatiga, depresión o irritabilidad.


  • EFECTOS INMEDIATOS DE LAS DIETAS HIPOCALÓRICAS:
    Una primera consecuencia es su alta probabilidad de abandono. La mitad de las personas suelen dejar la dieta dentro del primer mes de inicio entre otras razones por la lentitud de los resultados. Por otra parte, aquellos que completar el ciclo encuentran que cada día se va desacelerando la pérdida de peso debido fundamentalmente al descenso del metabolismo basal que se traduce en la reducción del gasto energético del organismo en torno a un 10 ciento. Éste hecho de suma importancia porque permitiría explicar el «efecto suelo» de estas dietas por él. Lo cual a pesar de la restricción calórica el organismo deja de perder peso. Para seguir bajando sería necesaria una restricción calórica adicional.
    Este comportamiento biológico hablaría en favor de la existencia de un mecanismo regulador del peso, tal como se postula en la teoría setpoint: según ella, cuando las personas se someten a una dieta severa y comienzan a perder peso rápidamente su metabolismo se desacelera con objeto de reducir la necesidad calórica, al tiempo que el organismo reduce su actividad física para incrementar la conservación de la energía. Eso permitiría explicar por qué los jóvenes y voluntarios del experimento to dejaron de perder peso aun cuando habían reducido su consumo de calorías en un 50%. Inversamente cuando el organismo inquiere un exceso de calorías se incrementa la velocidad del metabolismo para mantener el peso.
    ... tras la rápida pérdida inicial del peso, el organismo reacciona estableciendo un. De resistencia que parecería adecuado no traspasar ya que para conseguirlo es necesario hacer un esfuerzo de restricción suplementario que puede agravar el estado de fatiga, irritabilidad y de presión asociado a las dietas. Y ese estado puede hacer más probable la violación de la dieta y los episodios de voracidad compensatorio, el «efecto de la manzana prohibida».